lunes, 3 de septiembre de 2018

Estamos liberados, no por un ser externos o por nuestra fuerza, sino por la reverencia que realiza el Budha en nuestro interior "


En medio del tiempo atemporal, el 
Bodhisattva Dharmakara, lleno de 
gran compasión, comenzó a inclinarse.

Se inclinó ante cada brizna de hierba, 
y ante cada flor que alguna vez floreció, se 
inclinó ante el océano y ante cada ola,

a cada nube y gota de lluvia que regresa 
una y otra vez al mar. 
En medio del tiempo atemporal,

El Bodhisattva Dharmakara, lleno 
de gran compasión, comenzó a inclinarse. 
Se inclinó ante los vientos de las cuatro

direcciones, se inclino ante la tierra y ante 
cada roca de cada montaña, se inclino 
ante cada estrella en innumerables

campos de estrellas y ante todos y cada uno de 
los seres sintientes que sufren los sueños tontos 
de un yo separado y los karmas interminables

de engaño, y cuanto más se inclinaba, más 
encontraba y allí en medio del tiempo intemporal, el 
Bodhisattva Dharmakara te encontraba, allí en tu

propio corazón, e inclinado profundamente ante ti, tal como eres, 
y en la más profunda compasión, nacido de la sabiduría; 
allí juró que nunca te abandonaría,

Dharmakara hizo una promesa de corazón abierto para ti y solo 
tú y los innumerables Budas cantando el Dharma 
en cada átomo del universo, para llevarte a ti y solo a ti y a toda la creación.

a la otra orilla, al otro lado del río de sufrimiento 
a la tierra de dicha. Ahora con Amida, como cada gota de lluvia 
que regresa al gran mar de la compasión, el tiempo y el tiempo

nuevamente, volveremos, como compasión en sí misma, y ​​más 
innumerables que las arenas del Ganges, todos 
y cada uno de los Bodhisattvas inclinándose ante todos los que sufren,

y a todos los Budas en medio del tiempo atemporal.

 Nobuo Haneda

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