Ya sea un laico o un monástico, debemos respetar a los mayores que nosotros y existir en armonía con quienes nos rodean.
Debemos soportar lo que otros no pueden y practicar lo que otros no pueden lograr.
Debemos hacer todo lo que podamos por los demás y ayudarlos a ser buenos.
Cuando nos sentamos en silencio, haríamos bien en reflexionar sobre nuestras propias faltas.
Cuando hable con amigos, no discuta lo bueno y lo malo de los demás.
En cada una de nuestras acciones, desde el amanecer hasta el anochecer, recite el nombre del Buda.
Al recitar, ya sea en voz alta o en silencio, no dé lugar a pensamientos errantes.
Si surgen pensamientos errantes, deséchelos inmediatamente.
Mantenga constantemente un corazón modesto y arrepentido. Incluso si hemos mantenido la verdadera cultivación, aún necesitamos sentir que nuestra práctica es superficial y nunca presumir.
Debemos ocuparnos de nuestros propios asuntos y no de los de los demás.
Deberíamos ver solo los buenos ejemplos de los demás en lugar de sus defectos.
Haríamos bien en vernos a nosotros mismos como normales y a todos los demás como bodhisattvas.
Si podemos cultivarnos de acuerdo con estas enseñanzas, estamos seguros de que alcanzaremos la Tierra Pura Occidental de la Bienaventuranza Suprema.
Maestro Yin-Guang
Extraído de amitabha-gallery
Traducido al español pos Chijo Cabanelas
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