Tan radical como Honen fue en sus innovaciones, fueron Shinran (1173-1262) e Ippen (1239-1289), dos de sus descendientes espirituales, quienes empujaron el tema de la simplicidad incluso más allá de la posición de Honen. Aunque nunca discutieron abiertamente las enseñanzas de Honen, sus interpretaciones diferían de su comprensión del nembutsu como un medio para renacer que requería iniciativa y esfuerzo humanos...
Ippen estudió en Kioto con uno de los principales discípulos de Honen y más tarde regresó a su casa en Shikoku, donde se casó y llevó a cabo sus tareas como monje y jefe de familia. En 1263, a la edad de veinticinco años, llegó a dudar de la calidad espiritual de la vida hogareña y, pensando que debía ir a las montañas para practicar el ascetismo, partió en una edad de peregrino que lo llevó a Zenko-ji, un destino popular para peregrinos en lo que ahora es Nagano City. Regresó a casa todavía imbuido con la idea de convertirse en un recluso y después partió en varias peregrinaciones más, en su mayoría a zonas montañosas. Durante sus viajes, ideó un medio de propagar el nembutsu pidiendo a la gente que recitase el Nembutsu sólo ''una vez'' (Ippen) y, cuando lo hacían, les daba un fuda, un talismán de papel en el que estaba escrito los caracteres chinos para ''na-mu A-mi- da Butsu. Como Ryonin antes que él, Ippen buscó propagar el Nembutsu a tantas personas como fuera posible, y los nombres en su registro ascendían a varios cientos de miles.
Los talismanes distribuidos por Ippen significaban la seguridad de que el receptor había nacido en la Tierra Pura. El atractivo estándar de Ippen era pedir a cada persona que aceptara el talismán, despertar un momento de fe y pronunciar el Nembutsu. Mientras estaba en el Santuario Kumano en uno de sus muchos viajes, Ippen hizo su invitación a recibir el fuda a un monje, pero el monje sorprendió a Ippen al rechazar la oferta alegando que no sentía el surgimiento de la fe. Ippen insistió en que el monje aceptara el talismán incluso si carecía de fe, y el monje lo acepto, pero Ippen se preguntó si lo que había hecho era efectivo y legítimo. Esa noche, la deidad Kumano (deidad Shintoista, considerada una manifestación de Amida) se le apareció y le dijo que el renacimiento no estaba determinado por su acto de propagación o por la fe de los receptores, sino por el poder decisivo de Amida. Después, Ippen distribuyó sus talismanes sin tener en cuenta si la gente tenía o no un surgimiento de fe. Ippen representa así el punto más lejano de desarrollo entre los innovadores de la Tierra Pura: Honen rechazó todas las prácticas excepto el Nembutsu; Shinran rechazó el Nembutsu de auto-poder pero conservó la importancia de la fe en el otro poder de Amida; e Ippen, en un acto supremo de fe, prescindido de la fe como requisito espiritual. Durante los últimos días de su vida, Ippen quemó todos los trabajos que escribió y declaró que todas las enseñanzas del Buda fueron personificadas en el Nembutsu.
La tendencia a reducir el budismo de la tierra pura a sus puntos más esenciales- extendió a aquellos que trataron de institucionalizar caminos que rechazaban los rituales y prácticas organizadas. Los herederos de Ippen desarrollaron con éxito su secta hora (Ji) del Budismo de la Tierra Pura a través de un estricto sistema de lealtad al jefe de la escuela, quien fue considerado como la encarnación de Amida y por lo tanto podía conceder-o negar- la salvación. Como Amida, él también fue objeto de fe y gratitud...
A pesar de su convicción de que la compasión de Amida y el poder del Nembutsu hacían innecesarias las prácticas religiosas e incluso la fe, Ippen fue un prolífico escritor de aforismos, dichos y preceptos que definieron la conducta adecuada para la gente común. La tensión entre las prescripciones restrictivas y la libertad sin restricciones es un tema común para aquellos a quienes la liberación budista todavía exige responsabilidad moral. Los Cien Dichos de Ippen hablan al lado de una libertad sin trabas que recuerda a algunos tipos de emancipación zen y taoísta.
Para llegar a las fronteras de los incondicionados
¡Solo déjalo ir! Este es el verdadero pago de tu deuda de gratitud. Haz una ofrenda de tu canto de Nembutsu
A los seres vivos en todas partes.
Esta es tu casa eterna;
Sin morada fija en ningún lugar
Sus casas son muchas
Y evita que te empape la lluvia.
...
Una sola alfombrilla de paja acostada
No se piensa que sea pequeña.
El sonido creciente del Nembutsu
Es una morada donde no surgen pensamientos perversos.
No tengo salas de práctica.
Caminando, de pie, acostado o sentado
es todo lo que necesito para recitar Namu Amida Butsu,
El objeto central de mi devoción.
No tener mente para lucro o deseo,
no soy un monje solicitando donaciones.
Aunque no estoy libre de las cuatro impurezas de la predicación,
Prometo no enseñar el dharma.
...
Si no fuera por el bien de todos los seres vivos
No tiene sentido viajar por el mundo.
En peregrinación a Kumano un año
Yo adoré en el Salón de la Confirmación de la Verdad
Y recibí una revelación en mi sueño.
Confiando en ello paso mis días
No confiare solo en ello para mi próxima vida
Pero para el beneficio de todos por igual.
[De O ̄ hashi et al. , eds. , Ippen Shonin goroku, pp. 294-296; GT]
8. Incluyendo la pretensión de un conocimiento completo, desviarse del su ̄ tras, dudar de los profesores según opiniones personales, y predicar para beneficio personal.
Fuentes de la tradición japonesa / compilado por Wm. Theodore de Bary . . . . [et al. ] ; con la colaboración de William Bodiford, Jurgis Elisonas, Philip Yampolsky; y contribuciones de Yoshiko Dykstra . . . . [et al. ]. — 2a edición. Columbia University Press, 2001.
Traducido al español por Chijo Cabanelas
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